martes, 14 de junio de 2011

Memo nº 1

07 de junio de 2011

El 22 de mayo me encontraba en el bunker del Frente para la Victoria haciendo una cobertura sobre las elecciones primarias. Es ahí cuando pasa por mi cabeza encontrarme con mi primer contacto y voz generadora de mi investigación, Alejandra. Esta investigación que deseo hacer, que acarrea distintos delitos como una red de trata oculta, abuso sexual y pornografía infantil.

Es por eso que cuando me encontraba en ese lugar, y sabiendo que Alejandra pertenecía al Movimiento Evita, empecé a buscarla. Sin darme cuenta había pasado varias veces delante de mí, pero eso no lo sabría hasta que miro a una mujer con una bandera con la cara de Eva Perón colgada en su espalda y le pregunto -¿Sabes dónde puedo encontrar a Alejandra Fedele?-, me miró y contestó –Soy yo-. Esa fue la primera vez que crucé palabras con ella. Nos apartamos un poco del grupo de chicos que estaba ahí y le conté mi intención de hacer esa investigación, de la cual ella por facebook me había contado que se trataba de una red de tratas. Me aseguró que no había problema, que me podía contar lo que quisiera. Entonces y sin dudarlo nos citamos el martes siguiente (24 de mayo) para hablar.

Ya era martes, cielo nublado y el piso mojado que anunciaba que ya había llovido y seguiría. Camino tres cuadras con mi paraguas para tomar el colectivo. Luego de una hora llego al edificio ubicado en el centro de la ciudad. Subo las escaleras y me dirijo a una habitación donde estaba Alejandra junto a otra señora más. La habitación era un poco oscura, una mesa larga que ocupaba gran parte del cuarto y banderas del Movimiento Evita nos acompañaban. Me siento, saco mi grabador y mi carpeta. En ese momento una lluvia intensa se escucha y se puede ver por la ventana. Alejandra se sienta, agarra el termo, el mate y comienza a hablar. Sin problemas desasna todo lo que tiene para contar. En la conversación que duró más de una hora y media se prendió varios cigarrillos y me otorgó mucha información.

La charla finalizó. –Cualquier cosa me llamas, tenés mi numero-, esas fueron las palabras de Alejandra una vez finalizada la entrevista. Bajo las escaleras, salgo del edificio y abro el paraguas, con mucha información en mi cabeza me tomo el colectivo y me dirijo a mi casa.

Dos semanas pasaron de esa entrevista, nada volvió a salir en los diarios y nada más se habló en la televisión. Mi investigación sigue en pie.

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